lunes, 8 de octubre de 2012

Albert Nobbs


Albert Nobbs contempla con los ojos bien abiertos el pasillo del hotel buscando un desperfecto. Nobbs es un hombrecillo meticuloso, solitario, detallista y cuidadoso. Para él, un mayordomo de primera, todo tiene que estar en orden y siempre igual. Sus días transcurren recibiendo y acatando las órdenes de su patrona y de los residentes de un hospedaje en la Dublin (Irlanda) del siglo XIX. Sin embargo, durante las noches, Albert se dirige religiosamente hacia su habitación, se encierra con llave, saca una libretita, anota un par de números y esconde su propina debajo de una madera que arrancó del suelo. Es evidente que el Señor Nobbs oculta un secreto.


Y el misterio se acaba pronto para el espectador (si es que existió alguna vez). Porque Glenn Close estuvo nominada a varios premios debió a su brillante interpretación en la piel de Albert Nobbs, quien en realidad es una mujer atrapada en el traje de un hombre. Rodrigo García, hijo de Gabriel García Márquez, ha optado por el cine y su séptima entrega, El secreto de Albert Nobbs, se trabajó sobre la base del guión y co-producción de Close, a la vez que se rodea de un casting de lujo como la joven revelación Mia Wasikowska, Janet McTeer (en su mejor papel), un magnífico Brendan Gleeson y el actor de 21 años, Aaron Johnson – pronto a verse en la esperadísima adaptación cinematográfica de Ana Karenina.

Al igual que en la Dama de Hierro, El secreto de Albert Nobbs es un filme sobre su protagonista y por lo tanto, todo lo aporta la figura y excelente actuación de Glenn Close. La historia de Albert Nobbs nos relata de una manera muy particular la discriminación social y la problemática de género durante el siglo XIX. Nobbs era una mujer que ante la falta de empleo y oportunidades para su género elige travestirse, volverse un hombre para obtener la vida que desea y el futuro que sueña.

Luego de treinta años, el/la protagonista se acostumbró a su identidad adoptada. Pero el encuentro con un pintor que descubre su secreto sacudirá el mundo de Nobbs. De esta manera, comenzará a replantearse su vida: la certeza que le da su masculinidad, la idea de renunciar a ella, abandonar la soledad y alcanzar la más plena felicidad a partir de un nuevo modelo a seguir que aparece en su vida. En fin, lo que en resumen le importa a Albert es ser libre de burgueses tiranos, trabajos forzados, ataduras económicas y restricciones de género. No le importa si para serlo tenga que ser hombre, mujer, gato, perro, mesa, silla. Lo que sea. Mientras sea libre, independiente y feliz.

Puede ser que El Secreto de Albert Nobbs no sea una película formidable, sino más bien olvidable. Las casi dos horas del filme son demasiado, el guión es muy simple, no aporta dramatismo, giros, ni la emoción que busca generar e incluso aburre la mayoría de las escenas que se dan entre los personajes secundarios que interpretan al personal de manteamiento del hotel. Sin embargo, el gran trabajo actoral, la fotografía y la adaptación del relato corto de George Moore nos demuestran que existen formas originales de narrar cómo la desigualdad de género puede funcionar como el palo en la rueda del deseo más universal del ser humano: la libertad. Y todas las oportunidades que de ella devengan.

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