sábado, 21 de abril de 2012

In The Court of King Wilson.

"Aquí está el momento / cuando el día comienza a caer / 
Esto será lo que más atesoro / de todas las cosas de las que estoy hecho"


- ¿Cómo lo conociste a Steven?, me preguntó un chico bastante menudito ese día. Habíamos estado unas cuantas horas esperando en la fila sobre calle Rivadavia, él detrás mío, y por más que no habíamos cruzado palabra, sabíamos (él y el resto de los que llegamos temprano) que había un sentimiento que nos unía. Entendía que me preguntara "cómo" y no "cuánto" me gustaba Steven porque, sabía, la redundancia en ese estado de exaltación no era válida. "Por medio de Opeth", respondí seca y tontamente mientras recorría con la vista la extensión de la tela que reflejaba  la portada de "Collect / Preserve / Amass" y detrás de ella trataba de vislumbrar si el bulto que estaba sentado sobre el teclado era Steven o Adam. 

...Y hace 2 días me quedé pensando en la corta respuesta que dí. En parte, para mí explicar ese "cómo"  era intentar abarcar ese cuánto ad infinitum que Wilson me provoca desde hace casi 4 años.  Por ende,  trato de darme esa respuesta mi misma y escribirla acá y también escribir sobre ese bendito 19 de abril, por el cual él se llevó un pedacito de mi alma consigo (el vacío que por momentos siento es índice y prueba de ello). 


Hace cuatro años que Steven Wilson se cruzó en mi vida. Estaba estudiando en el escritorio que está ubicado junto a la computadora de la casa de mi mamá,  mismo lugar desde donde escribo hoy. Buscaba música que no me distrajera, música que no me gustase o que no me fascinase tanto porque -de lo contrario- me distraigo. En ese momento, mi hermana pasa y me dice, "bajé una canción de una banda que según last.fm es similar a Anathema". La canción sin más preámbulos era Trains. La puso en el reproductor, la escuché y dije "no es muy parecido a nada de Anathema, es demasiado comercial". Ella estuvo de acuerdo, a ninguna de las dos nos gustó demasiado, pero ella ya había bajado In Abstencia y por lo tanto, también escuchamos el disco. El mismo resultado que la canción. De todos modos para mí fue ideal, era lo que buscaba: nada de distracciones. Dejé pasando el disco mientras estudiaba historia y no lo volví a pasar hasta luego de varios meses cuando "Blackest Eyes" capturó mi atención. 

Creo que contesté Opeth ese 19 de abril porque en realidad, en ese momento, Opeth me había cautivado o, por decirlo más claramente, había sensibilizado mi oído (o abierto la mente) y Porcupine Tree se escuchaba mejor. Mucho mejor.

 Por eso, esa tarde de invierno bajé Deadwing desde mi departamento. Puse play y escuché Arriving Somewhere but Not Here. Creo que hasta hoy no puedo explicar con palabras coherentes lo que sentí cuando escuchaba esa canción. Sentí una opresión en el pecho, una mezcla de angustia, emoción y unas terribles ganas de llorar. Jamás en mi vida había sentido algo así con una canción ni con una banda. Me senté, leí todas las letras, escuché toda la discografía en una semana y mi hermana no podía entender, ni puede entender HASTA HOY qué es lo que me movilizó de Wilson, qué me generó, las emociones que me provoca. Nadie puede entenderlo ni nadie que me conozca se da una puta idea del verdadero amor que siento por la música de Wilson y yo tampoco puedo explicarlo porque me dio vuelta la vida, me la cambió y me hizo entender que sobre gustos musicales no hay nada escrito, que cambian de la noche a la mañana, pero cuando se transforma, cuando permanece esa música, como yo la siento, SU MÚSICA, te puede salvar la vida. Darte felicidades esporádicas. Es verdad, lo vivo en carne propia. 

De ahí yace la razón por la cual me desmayé frente a Wilson, mientras tocaban Abandoner (?). Pensé que era mi columna. Pero mientras le contaba a mi mamá del recital se me entrecortaban las palabras, la voz se me quebraba y no podía contener el llanto de emoción y nostalgia. Ella me dijo riéndose de mí: "viviste una lluvia torrencial y te moriste de frío por 10 horas (por Epica), y de calor por más de 12 horas en otro recital (por Nightwish). Y el jueves hiciste una cola de 5, 7 horas en un día hermoso. Es claro que mal no te sentías". Y no. Tiene razón. Me costó admitirlo desde mi humildad porque no soy fangirl ni quiero hacerme "la qué". Pero JAMÁS había sentido esa felicidad cuando ví salir al escenario a ese hombre sencillo, tímido y de apariencia frágil. Cuando gesticulaba mientras tocaba No Twilight Within The Court of Sun y yo sentía ganas de gritar toda la canción, de poguear, saltarme la valla y collect him and trap him under a glass (?). 

Me quedé sin conocerlo, le grité millones de veces que amaba su música y que le agradecía en conjunto a otras boludeces más. Pero no pude decírselo en persona y me voy a seguir sintiendo así de vacía hasta no decirle cuán agradecida le estoy. Sé que voy a tener otra posibilidad, lo sé. Estoy segura porque ese jueves todos hicimos lo posible para expresarle que lo queríamos de vuelta un millón de veces más. Él se reía, estaba bastante nervioso y por más que entre risas lo haya prometido, los hechos de ese día son los que hacen que crea en su regreso y CREA QUE ES VERDAD. Después de todo, la remera de Wilson tenía impreso que  "Arte es Verdad". Y las palabras en la música, sabemos, son permanentes.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario