Lo decís y crees que es verdad. La creencia es firme pero estás persuadido de que esa posibilidad escupida en palabras es verdad. “Te amo”, te, te, te, te. Da da da. Lo decis con palabras. No Amo te yo. Es ese maldito predicado de tu sujeto indestructible. Te apropias de ese significado, lo das vuelta, lo pisoteás e invertís de tal forma que la cosa esa que late, sangra y explota en fluidos carmesí pueda llegar a sentir. Sabiendo que para mí lo emotivo es irreal. Y aún así, está la oración que tu boca enuncia, ese sonido que me estalla en los oídos. Porque sé, no creo, que hay falacia en tu de verdad. Palabras. Mientras tanto el cuerpo imperfecto, el tuyo, es lo real. El-estado-de-las-cosas: el ojo ausente. En suma, Lo exacto.
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