martes, 12 de abril de 2011

Una cosita que pasó por alto..

Mapa Bicontinental: pretensiones de una Argentina que se sólo se achica
Un tema que no se instaló en la agenda de medios argentinos fue la sanción de la ley 26651, en el 2010. Quizá fue porque la brevedad de la legislación (cuenta con tan sólo cuatro puntos) no llamaría a la atención o interés de la opinión pública; en suma, una pérdida de tiempo. El 20 de Octubre del año pasado se aprobó en el senado la ley 26651 que obliga a todas las escuelas y organismos nacionales y provinciales a emplear el mapa bicontinental de la Argentina. La ley fue promulgada por el poder ejecutivo y establece que el mapa debe mostrar “al sector antártico en su real proporción con relación al sector continental e insular” (argentino). Asimismo, el Ministerio de Educación de la Nación es quien se encarga de garantizar la exhibición, empleo y difusión en todas las instituciones públicas y privadas. Por su parte, las editoriales tienen la tarea de incluir el mapa bicontinental de la República Argentina en las nuevas ediciones de los libros de texto y en las posibles reediciones. La resolución se debe, en un principio, a que los mapas mostraban al sector antártico en un pequeño rectángulo sobre el lado derecho del mapa, siendo este sector más chico de lo que en realidad representa. En realidad se trataría de reflotar al antiguo mapa de 1941 que exhibía la porción de la Antártida que la Argentina reclamaba (entre los meridianos 74° O y 25° O y el paralelo 60° S) y por este motivo, sus creadores son los del ex Instituto Geográfico Militar, ahora llamado Instituto Geográfico Nacional.
Poco se informó sobre esta legislación y por eso pocas fueron las voces que se escucharon. “Ahora Tierra del Fuego es el corazón de Argentina, y no Córdoba” comentaban algunos bromistas en varios sitios web; pero también se dieron opiniones muy positivas como las de la diputada Mariel Calchaqui, quien presentó el proyecto de Ley ante el legislativo. “Se defiende lo que se conoce, por eso es importante que se conozca nuestro territorio en toda su plenitud. Eso nos da una visión de pertenencia”. “Es importante crear una conciencia sobre este tema que hace a nuestra soberanía y la educación de los Argentinos”, se expresó en su momento la diputada del Frente para la Victori (FpV), quien a su vez opinaba que el antiguo mapa en realidad daba “una visión distorsionada de la Argentina”.
Ahora bien, visión distorsionada y falta de educación es lo que le sobra a nuestros legisladores. En todo caso es increíble que la Cámara de Diputados y sobre todo Senadores –que aprobaron el proyecto de ley con unanimidad- hayan olvidado la historia, precisamente del Tratado Antártico que Argentina firmó en 1959 junto a Australia, Bélgica, Chile, Francia, Japón, Nueva Zelandia, Noruega, África del Sur, Rusia, Inglaterra, Irlanda y Estados Unidos. Un total de 12 países firmaron un pacto que en ningún momento supuso una tajada del continente blanco para cada uno, aún estando perfectamente conscientes de la importancia geopolítica que tendría en un futuro la Antártida, siendo hoy una enorme reserva de agua potable, hidrocarburos y minerales como el hierro y el carbón.
Pero, ¿qué dice el Tratado? En primer lugar establece que la Antártida sería utilizada entre los países firmantes con fines exclusivamente pacíficos y científicos, sin ser objeto de discordia internacional. Asimismo hay un dato importante: se “congelan” cualquier clase de reclamos por derechos a soberanía – o como expresa textualmente el artículo 4 del pacto: “Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras el presente Tratado se halle en vigencia constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en la Antártida, ni para crear derechos de soberanía en esta región. No se harán nuevas reclamaciones de soberanía territorial en la Antártida, ni se ampliarán las reclamaciones anteriormente hechas valer, mientras el presente Tratado se halle en vigencia”. De esta manera el acuerdo no se interpreta como una renuncia de las Partes Contratantes a sus derechos de soberanía ya que acepta las reclamaciones, pero no especifica en ningún momento si algún país posea dicha soberanía en algún sector del territorio. No se puede negar que el Tratado sí es ambiguo, sin embargo es indudable que no existe un marco de legalidad o reconocimiento internacional que sustente esta intencionalidad de dominio Argentino sobre un sector del continente antártico, expresado ahora mediante el mapa bicontinental. En todo caso lo único que sustenta esta adjudicación sería el nexo geográfico entre ambos territorios y las posibles incursiones que argentinos han realizado sobre esa zona a lo largo de la historia.
Una duda que deberían responder nuestros congresistas, ¿qué van a enseñarle los docentes a sus alumnos?, ¿Deberán aclarar que por una legislación se ven obligados a dar clases con un mapa que exhibe un territorio que por ley no nos corresponde? ¿Es esa la clase de “conciencia” que quieren implantar en nuestros jóvenes? Nunca se sabrá si nuestros representantes sancionaron la 26651 con tanto fervor nacionalista por pura ignorancia, viveza criolla, o quizá haya tenido influencia ese patriotismo argentino que ha causado las heridas sin cerrar por Malvinas. De todos modos, divulgar con tanta vanidad pretensiones territoriales bicontinentales es un error que avergüenza por su total desinformación.
Pensar que basta con tan sólo una mirada que recorra nuestro país para saciarnos de orgullo, al contemplar esa enorme extensión que se destaca por su gran biodiversidad, paisajes y recursos naturales. Ese es el espacio que hay que conocer para defenderlo de quedar reducido a la miseria. Entonces, si con la 26651 se aspira a conservar, ¿para qué exhibir la soberanía de un continente que por ahora no nos pertenece, cuando estamos perdiendo partes valiosas de nuestro territorio Argentino a manos de capitales extranjeros?

No hay comentarios:

Publicar un comentario