Guerrilleros de un nuevo amanecer
En la Puerta del Sol es un día gris y la luz solar deja entrever algunos rayos entre las nubes. El reloj de la Casa de Correos indica las 6 de la tarde mientras que jóvenes, adultos y ancianos españoles acampan junto a sus bolsas de dormir, reunidos en carpas o simplemente conversando a la intemperie. El movimiento llamado “15M” ha hecho de la histórica plaza española un símbolo de lucha por un cambio político y social. Los ciudadanos sienten descontento con la clase política, la corrupción del sistema y el bipartidismo que, aseguran, no los representan. La protesta tuvo origen entre un pequeño grupo de jóvenes universitarios que se pusieron en contacto mediante las redes sociales de internet e iniciaron una protesta en la plaza madrileña conocida como la Puerta del Sol. La mayor parte de la población española se sumó al movimiento apenas oyeron a los jóvenes manifestarse en contra de la incertidumbre laboral arraigada a la crisis económica e inoperancia política.
En la plaza ahora reina una multitud de ciudadanos. Un sinfín de carteles se despliega en el Sol con sus reclamos políticos. Pero uno muy particular se visualiza junto a la clásica estatua del Oso que caracteriza la plaza: “Los políticos y los banqueros desde arriba nos mean: los medios dicen que llueve”. Sin duda los convocados no aprueban a los grandes medios ni a los periodistas que trabajan para ellos, a quienes consideran “mentirosos” y “terroristas”. Es más, una asamblea realizada el 20 de mayo se decidió que las reuniones no se televisen, y de hacerlo lo “hagan en directo e íntegramente” ya que -coreaban algunos- la “televisión es manipulación”(1).
El profesor español Vicenç Navarro escribe en el periódico digital “El Plural” que las manifestaciones del 15M “muestran el fracaso de los medios de que ‘no hay otra alternativa’. Tal mensaje está colapsando, mostrando su carácter meramente ideológico al servicio de los intereses del capital financiero y de la gran patronal”2. Entonces la particularidad del cartel desplegado en el Sol y las actitudes de los convocados a la plaza significan una lectura crítica frente al único discurso que no sólo efectúan los políticos, sino también los grandes medios de información españoles. Sin embargo esta no es la primera vez que España asume esta posición fruto de una crisis social.
Un caso fue el acontecido durante el 11 de Marzo de 2004, día en que el pueblo español conoció en carne propia el atentado terrorista más grande de su historia. Asimismo desencadenó un hecho inédito en la mirada de quienes estudian la comunicación. El semiólogo Umberto Eco escribió un artículo titulado “El público le hace mal a la televisión”(3) para explicar la reacción de la población española producto de los ataques y los discursos oficiales. En su texto, Eco retomó el concepto de “guerrilla semiológica” que planteó en la década del 60 para caracterizar la crítica que los españoles realizaron contra el mensaje emitido por el gobierno y los grandes grupos mediáticos.
Las horas y los días siguientes al atentado del 11-M, la población recibió un constante caudal informativo del gobierno en conjunto con los principales medios españoles. El gobierno de José María Aznar (Partido Popular) emitió un comunicado por el cual se oficializaba la responsabilidad de los atentados de Atocha a ETA. Según el Partido Popular la organización terrorista vasca quería demostrar la capacidad operativa y el impacto mediático y propagandística que podían tener a 3 días de las elecciones generales.
Sin embargo con el correr de las horas Arnaldo Ortegui, líder del partido vasco independentista Batasuna, niega la responsabilidad de ETA. Al día siguiente, el 12 de Marzo, la célula terrorista emite un comunicado negando cualquier posible vínculo con el atentado y apuntan hacia una autoría de origen islamita. Aún así, esas declaraciones fueron dirimidas por las principales fuerzas políticas, y el ministro de interior afirmó que el Partido Popular (PP) ‘no les cree’. No obstante las fuentes policiales indicaron que la evidencia recaudada en el curso de la investigación daba indicios sobre un ataque de origen yihadista.
Las contradicciones en las declaraciones de fuerzas políticas hicieron que el pueblo español, atemorizado, comenzara a preguntarse acerca del verdadero causante de los atentados. Así buscaron información en internet, en foros y portales extranjeros. En suma, la pluralidad de vías de comunicación facilitó a la audiencia ‘otra’ información que no sea la ofrecida por los principales medios españoles. Y comenzaron a dudar. Vieron que muchos medios internacionales barajaban la posibilidad de un atentado Islamita y la insistencia de la información oficial sobre la culpabilidad de ETA era extraña. Escribe Eco, “el mensaje del gobierno quería decir ‘crea en nosotros; el atentado ha sido obra de ETA’, pero –precisamente porque ese mensaje era tan insistente y perentorio- la mayor parte del público leyó ‘tengo miedo de decir que fue Al Qaeda’”” porque si no significaría una represalia por la participación española en la invasión a Irak.
De esta forma la población se fueron puso en contacto “boca a boca”, vía internet y mediante llamadas privadas con sus celulares. Así se formó un fenómeno colectivo que el 13 de marzo se movilizó en las calles madrileñas buscando la verdad, en plena veda electoral.
Esa extraordinaria manifestación popular sorprendió a Umberto Eco. Sin embargo admitió no ser un profeta de la crítica al mensaje único. En los años 60, momento en que “Para una guerrilla semiológica”(4) se escribió, él ya veía diferentes formas en la decodificación de un solo mensaje que los medios emitían.
“Para una guerrilla semiológica” comenzaba en 1967 con una frase terminante: “Hoy, un país pertenece a quien controla los medios de comunicación”. Es que durante esos años, los medios no eran muchos ni tenían grandes alcances. Al mismo tiempo, los sistemas de comunicación preveían una sola fuente y un solo mensaje que llegaba a una audiencia dispersa, aislada e incapaz de contactarse entre sí. En suma, se trataba de una audiencia pasiva vinculada a la cultura de masas.
Sin embargo había quienes discutían los mensajes oficiales. Una pequeña “guerrilla” nació por determinadas causas en el contexto en el que Eco escribió su artículo. Ellos son los movimientos sociales gestados en un proceso de cambios socioculturales. El mundo se caracterizaba por la sociedad de consumo, favorecida por los medios masivos. Asimismo, la guerra fría dividió al mundo entre capitalistas liderados por Estados Unidos y comunistas marxistas por la Unión Soviética (Rusia).
Quizá por ello los jóvenes movimientos se manifestaban en contra de su situación social, siendo entonces corrientes contracultrales, antiimperialistas y antibelicistas. Tales son los casos del ecologismo, feminismo, la lucha contra el racismo y el hipismo, este último a favor de la paz y en contra de la guerra en Vietnam. Sin embargo estos grupos cuestionadores de mensajes dominantes no eran multitudinarios, sino pequeños.
En este contexto Umberto Eco acuña el concepto “guerrilla semiológica”. Semiológica porque esta ciencia (la semiología) estudia cómo los objetos significan, es decir, se plantea una lectura crítica en busca de significados implícitos que encubren valores dominantes. Guerrilla palabra vinculada a los focos revolucionarios del 60 acontecidos en el Tercer Mundo, como la Revolución Cubana y el Vietcong en Vietnam del Norte.
En efecto, Estados Unidos y Vietnam del Sur desatan una guerra contra la fracción comunista del norte, que deseaba unificar el país bajo un solo gobierno. La estrategia a la que recurrió Vietnam del Norte para ganar la guerra era la guerrilla. Esta maniobra consistía en resistir el enfrentamiento del invasor norteamericano en campo abierto. Por dicho motivo operaban desde bases ubicadas en terrenos inaccesibles y desconocidos por Estados Unidos tales como bosques, montañas, selvas. En suma, la estrategia era desgastar en su propio lugar, su propio contexto al enemigo superior hasta que se retirara.
Entonces es fácil suponer que Umberto Eco volcó esta estrategia al plano de la comunicación con el objetivo de “reintroducir una dimensión crítica en la recepción pasiva” y amenazar a quienes aún creen que pueden controlar el mensaje controlando al medio. Ya pasaron 6 años de Atocha y 50 de Vietnam y la gesta de los movimientos sociales de la época. Ahora la “guerrilla semiológica” se enfrenta a esa vieja concepción que aún parecen conservar los grandes medios al emitir un único mensaje sobre una audiencia heterogénea.
Por el contrario, el caudal económico que amasaron estos grandes grupos mediáticos poco tiene que ver con la desocupación, la desesperanza y la incertidumbre que viven y sienten jóvenes y todos los ciudadanos españoles que salen a manifestarse en el Sol. Los movimientos sociales del 60 se declararon en contra de la cultura dominante y en el 2004 los españoles se revelaron en busca de la verdad y la responsabilidad. La audiencia receptora de los mensajes sabe perfectamente que su contexto político-económico es muy diferente al que leen, escuchan y ven en los grandes medios. Ya no quieren un mundo de grises teñido en colores. Sea producto de un hecho repentino o un proceso, queda claro que esta guerrilla ha demostrado devenir siempre de alguna crisis.
Fuentes consultadas:
Diario Clarín: “La rebelión social no cede y “los indignados” ya hacen historia”, publicado el domingo 22 de mayo en la edición impresa.
1. “Los ‘indignados’ del Sol censuran los medios de comunicación “, publicado en Libertad Digital España, 20 de mayo de 2011 (www.libertaddigital.com)
2. Vicenç Navarro, “El movimiento Democracia real Ya y la hipocresía del establishment mediático”, publicado en periódico digital www.elplural.com, 23 de mayo de 2011.
3. Umberto Eco “El público le hace mal a la televisión”, domingo 2 de mayo de 2004, publicado en la edición impresa del Diario La Nación.
4. Umberto Eco, “Para una guerrilla semiológica” 1967
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