jueves, 7 de marzo de 2013

Un perfecto imperfecto

Encorvado, sobre el sillón, se encuentra un hombre menudito. Tiene la cabeza abajo, el cabello –que le llega a los hombros- le tapa la cara. Se presiona con fuerza la frente, como tratando de aliviarse un dolor de cabeza y con la yema de los dedos desliza unas hebras hacia atrás.

Siempre pensé que el videoclip de Index traduce la esencia de Steven Wilson. A pesar de no conocerlo, presiento que es de aquellas personas que, a lo largo de su trabajo, van dejando en él huellas o piezas de identidad que nos permiten reconstruirlo. Aún más si siendo músico, se aparta de un grupo para trabajar como solista. No es fácil ser yo, es un trabajo bastante solitario, reza la letra de Index, que altera melodías externamente calmas pero profundamente perturbadoras - como la mente creativa del mismo Wilson.

Steven nació en el rock progresivo-psicodélico, pretendiendo emular a Pink Floyd o King Crimson. Con el tiempo y la compañía, mutó al progresivo dotándolo de modernidad para, posteriormente, codearse con el rock alternativo británico. Hasta hoy, donde, solo, ingresó en un estado de psicodelia emotiva, catártica. "He entrado en un universo donde mi música ya no obedece reglas" – aclaró hace un mes a la revista Prog.

Pero ese estado de anarquía, ahora genérica, acompañó siempre al ¿ex?líder de Porcupine Tree. Porque, frente a un género musical como el progresivo/psicodélico tan grandilocuente, objetivo, perfectamente ejecutado pero tan desalmado, Wilson le dotó personalidad y el sentimentalismo propio de alguien que vive en un estado permanente de pasión.

Cualquier semiólogo que osase a analizarlo, vería en él a un perfeccionista de la música. Y por aproximación no estaría tan errado: Steven es -de hecho- ingeniero musical y no se permite errores en la calidad del sonido. Pero sólo hasta ahí, porque es un hombre que le canta a la industria, los sentimientos, problemas, miedos, las pasiones… en fin, a todo lo que aqueje lo humano. Por eso, prefiere Deformar hasta formar una estrella. “La perfección es aburrida (…) Necesitamos ver imperfecciones para que algo nos parezca atractivo.”, admite sobre el sentido de esa canción.

En Index, también se persigue esa línea, forzándose por encontrar algún tipo de particularidad. El sello de deformidad que distingue un verdadero artista de otro. En el video, hay un hombre perturbado, que realiza a la perfección un trabajo sumamente extraordinario. Por eso, él esta cercado por un grupo de maniquíes, fieles representantes de lo perfectamente seriado en la industria. Index, a su manera, es una analogía del mismo Wilson.


En definitiva, se trata de una criatura fuera de lo común que encuentra belleza en la tristeza y la nostalgia (“las canciones tristes son las más hermosas”). Esa oscuridad se volvió más clara con su trabajo de solista. Muñirse de ella, le ha valido para criticar la pasividad que origina la estandarización de la industria musical ("The music of the future / Will not entertain / It's only meant to repress / And neutralize your brain") y, en contraste, alude a militar por conservar el ritual de “escuchar música”, suprimiendo los detestables aleatorios y various artists (en Significant Other canta "no sé porqué/ pero recibí una mejor vida por una canción"). De esta manera, Fear of a Blank Planet surge como una suerte de interpelación a que los jóvenes conserven la cordura en tiempos donde la cultura de “MTV” todo lo anestesia.

Pero Wilson no es sólo un ser políticamente incorrecto, sino que su rebeldía -que conscientemente lo aísla-  traspasa esa crítica y cala en lo más hondo del ser humano. Evoca al hombre a reconocerse como naturalmente "deforme". En sus canciones, nos llama a los nerds/perdedores a ceder cuando ya es imposible seguir (deseché mis oportunidades / veo la amarga verdad / me doy por vencido), cuando las cosas no salen como queremos (pensé que era el comienzo de algo hermoso / bueno, pensalo de nuevo) pero sin abandonar la eternidad de los recuerdos, no importa cuán buenos o malos éstos sean (no narcotics in my brain / can’t make this go away); en fin, se trata de pararse, dejar de nadar contra la corriente y aceptar que nos toca vivir el presente con lo poco que tenemos (Quizá es tiempo de dejar de nadar / Quizá es tiempo de entender en dónde estoy).

 En síntesis, se trata de abrazar ese pequeño Frankestein que representamos ("I'm sorry that i'm not like you / I worry that i don't act the way you'd like me to"). Que es Wilson. Que sos vos lector. Que soy yo: seres humano de carne, hueso, mente y alma que siendo strangers by the minute, sobresalen de millones de maniquíes estandarizados.


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